Opiniones a favor de una subida del dólar en el corto plazo

Mi apuesta por el dólar

Hace doce días compré dólares. Lo hice a niveles de 1,50. Frente a la corriente mayoritaria de pensamiento, que señala que el exceso de oferta monetaria conducirá a una hiperinflación que convertirá el billete verde en papel higiénico, servidor apuesta -como saben- por que el entorno deflacionario va a perseverar más en el tiempo de lo que la gente cree. El dinero no circula debido al alto endeudamiento existente. Abunda igualmente la capacidad productiva excedentaria mientras que el elevado paro aumenta la presión salarial a la baja. No hay razones, por tanto, ni por el lado de la economía financiera, ni por lo que a la economía real respecta, para comprar de momento esa tesis. Estamos lejos de que el escenario de colapso del dólar, central para muchos, se materialice. Prueba de ello es que el oro ha seguido su senda alcista con la reciente caída de los mercados. Hay más miedo a la W que a una espiral destructiva de precios a día de hoy.
Junto con este argumento de carácter estructural, se unen otros de tipo táctico que me impulsaron a acometer esa inversión. Por una parte, la ausencia de alternativas a la divisa norteamericana en el momento actual. Cualquier opción tardará tiempo en materializarse. Y, mientras, el mundo seguirá girando alrededor de lo que tenga que decir el consumidor norteamericano. Se añade la reciente acción concertada por parte de los bancos centrales asiáticos para soportar el dólar con objeto de evitar una devaluación aún mayor que perjudique sus exportaciones. Aviso a navegantes. También la rápida corrección del déficit comercial de Estados Unidos que, sin duda, implica un menor incentivo para que su depreciación continúe. El hecho adicional de que se aproxima el cierre del ejercicio lo que puede llevar a muchos gestores a darpor hecho el año, inversoramente hablando, y asegurarse las ganancias liquidando o cubriendo sus posiciones de mayor riesgo y buscando refugio en la alternativa cambiaria tradicional. Por último, la excesiva presión de los traders sobre la moneda estadounidense, con una acumulación de posiciones vendidas que se acercaba peligrosamente, hasta la semana pasada, a los máximos históricos, situación tradicionalmente propicia para un cierre precipitado de las mismas o short squeeze.
Desde entonces han sido varias las voces ilustradas que han compartido esta visión. Está por ver si esto no termina siendo una suerte de mal de muchos, consuelo de tontos. El tiempo lo dirá. Ya saben que tan importante como comprar es saber vender, bien porque se alcanza el nivel máximo de pérdida tolerada, bien porque se logra la rentabilidad objetivo. Mi target está alrededor de 1,38 donde se encuentra la media móvil de 200 sesiones. Ahí se planteará la primera oportunidad de venta. Su ruptura podría llevar a los niveles de 1,23 vistos en marzo. Por el contrario, por encima de 1,54 desharía la posición. Pero, lo que haga McCoy, tiene poca importancia. ¿Qué dicen los que verdaderamente saben?
Nouriel Roubini. Ha publicado una columna imprescindible esta semana en Financial Times,
Mother of all carry trades faces an inevitable bust. En ella defiende que se está dando una elevada acumulación de financiación en dólares para operaciones de carry trade, como consecuencia de los bajos tipos de interés fijados por Bernanke. Un acopio que se ve reforzado por la rentabilidad real que para el acreedor supone la paulatina depreciación de la moneda en la que está denominada su deuda. Y que puede derivar en tragedia si, como ocurriera con el yen japonés con el estallido de la crisis, los deudores perciben que el benigno entorno monetario llega a su fin o, simplemente, la aversión al riesgo les hace buscar el refugio de lo malo conocido y deshacer posiciones precipitadamente. En ese caso, la sangría puede ser brutal. Pueden limitar su lectura a los dos últimos párrafos.
De la misma opinión es el gurú de las materias primas Jim Rogers que
en su propio blog lanza una serie de mensajes en apariencia contradictorios. Acumula dólares de cara a una revalorización que puede prolongarse entre uno y dos años (quizá porque recuerda lo que ocurrió hace ahora 19 años en unas circunstancias económicas muy parecidas a las actuales, punto 9 de mi Valor Añadido de 23 de octubre, Caballo de Troya en las Bolsas); hace lo mismo con la moneda china (pues su apreciación es inevitable más antes que después, de forma simultánea al billete verde, primero, y autónoma después; Valor Añadido, ¿Pondría todos los huevos en esta cesta?) y se mantiene muy positivo en materias primas por restricciones de oferta. Rogers es para mí de los pocos que han entendido que la refundación del Capitalismo se produce desde el momento en que China e India meten la patita en el mismo y cambian de modo definitivo las dinámicas de oferta y demanda hasta entonces en vigor.
Una visión compartida por John Hussman (ver final de
su último informe semanal); Marc Faber, que prevé un rally de la moneda USA antes del colapso final del capitalismo (como explica en este video tomado de su propio blog) y John Mauldin, que recurre a un argumento tangencial desde mi punto de vista como es la recuperación del comercio internacional (principio de la página 7 de su último boletín). Y que se puede ver refrendada por un factor técnico adicional, puesto de manifiesto recientemente por el Banco Internacional de Pagos de Basilea: el vencimiento de las líneas de financiación de emergencia en dólares que se proveyeron con la caída de Lehman y que, en su gran mayoría, cumplen su término en estas fechas. Por el contrario, Paul Krugman defiende, en un post titulado Adjustment and the Dollar, que, entre el susto de la depreciación del dólar y la muerte de la deflación, es inevitable que predomine la primera. ¿Quién tendrá razón? Se abre el debate.
Fuente: Cotizalia

Mi opinión al respecto: El corto plazo impredecible. Para pronosticar el corto plazo hay que ser mas psicólogo que economista. El largo plazo depende de los fundamentals. Yo siempre apuesto al largo plazo, lo demás es "timba".

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